miércoles, 26 de noviembre de 2014

HISTORIA DE MI CULTURA PACIFICO COLOMBIANO



Bienvenidos a mi Pacifico Colombiano territorio de paisajes maravillosos, bellezas tropicales y ambiente cultural sin igual, que valioso es decir que nuestro pacifico posee a nivel nacional el más completo y significativo ámbito cultural, el término sociocultural de la folklorología (diversidad de folclores nativos) es el más completo entre las cuatro zonas folklóricas colombianas.


Porque si la zona andina representa al mestizaje mejor definido, a causa de sus melodías indígenas o autóctonas puras y rotundas asociadas a los valores rítmicos europeos (caso básico del bambuco y sus seis variantes) por las melodías indias y los ritmos vascos, la zona del litoral Atlántico muestra al mulataje bien equilibrado, como en las zafras de cuño arábigo y cantos de labor africanos o cantos vallenatos, como el son y el paseo, de raíz cubana o, mejor aún, el caso básico de la cumbia y sus seis variantes con un zambaje exacto de melodías indias y ritmos negros; la zona de los llanos, que se prolonga en Venezuela, muestra en cambio un ancestro definidamente puro de lo europeo con sus melodías y ritmos blancos (caso básico del joropo que muestra los arabescos del canto andaluz y en su danza el típico zapateo flamenco).
En la zona del litoral Pacífico está presente, mejor que en ninguna otra comarca colombiana y aun suramericana, el carácter triétnico de las culturas cobriza, hispana africana. Del ámbito indígena y como parte del contexto cultural de los pueblos nativos existieron, desde época inmemorial y hasta nuestros días, las formas musicales y coreográficas de las tribus que pueblan el litoral . En las regiones que abarca esta zona costera encontramos las ocho tribus del grupo chocó, pertenecientes a la familia lingüística caribe, que son: los andáguedas, los baudós, los catíos, los citarás, los chamíes, los hemberas o cholos, los noanamas y los quimbayas. Muchas de sus expresiones tradicionales se mantienen vivas en esta zona y así entre los catíos encontramos la danza de cosecha llamada acadainá, el canto médico jai-jari y canciones de cuna o arrullo. Entre los emberas los  cantos sagrados llamados aconijaris, el ensalmo médico llamado majina y el canto y danza nupcial llamado carichipari. Entre los noanamas hallamos el canta-jai o exorcismo médico, el mismo carichipari de los embera pero afectado de influencias negras, la danza wadana de mujeres solas, las danzas de la mariposa y del ee-da-dai, cantos de libación y preparación de bebidas y cantos de viaje, etc.  

Del ámbito hispano se hallan las supervivencias clásicas del canto gregoriano traído por las misiones religiosas del siglo XVI y presentes aún hoy en los alabaos o cantos de alabanza a Cristo y a los santos, las salves dedicadas a la Virgen María, los arrullos heredados de los cantos de cuna o nana, las loas y trisagios y especialmente los villancicos o cantos navideños. Abundan los romances y pregones por tratarse de santos “a capella”, es decir, sin acompañamiento musical de instrumentos, como ocurre en la música gregoriana.

Del siglo XVI datan numerosas danzas cortesanas definidamente europeas, como la danza, la contradanza, la polka, las jotas y la mazurca aculturadas con casi imperceptibles modificaciones propias de la dinámica chocoana, y que hoy reciben el epíteto de “chocoanas”, lo cual las distingue de sus ancestros hispanos. Si las jotas llegadas a América fueron la navarra, la valenciana y la aragonesa o andaluza, en el Chocó predominó ésta última y recibe los apelativos de “careada” por los enfrentamientos de los danzarines o de “por menor” a causa de su tonalidad.
Esta diversidad de cultural hace que enriquezca los valores de toda la población negra,  los diferentes ritmos (patacoré, berejú, caderona, bámbara negra y juga) además de las formas fúnebres del bunde y el chí­gualo,  entre otros arraigan nuestra cultura que proviene del africa y nos da origen a otros ritmos como lo es la salsa y la famosa salsa choke.


  
 






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